Gen Wayna visitó el Complexo do Alemão, Río de Janeiro, un conjunto de 13 favelas que reúnen los niveles más altos de violencias en esa ciudad. Desde allí, el Instituto Brasilero de Análisis Sociales y Económicos –Ibase– y Raízes em movimento desarrollan un proceso con 13 jóvenes provenientes de contextos de exclusión.

Por: Cora Ruiz Tena.
En Brasil, el hecho de ser joven, negro y afavelado te convierte directamente en un sospechoso y en un objetivo de la violencia policial institucionalizada. Así lo indican las cifras registradas por el Anuario del Foro Brasileño de Seguridad Pública, que muestran que en 2018 las muertes ocurridas en intervenciones policiales se dispararon un 19%, llegando a la alarmante cifra de 17 muertos diarios. Esos índices han convertido a la policía brasileña en una de las más letales de la región. Allí, el 99% de las víctimas son hombres, de los cuales el 75% son negros y el 78%, jóvenes.
El epicentro de toda esta letalidad policial es Río de Janeiro, en donde una de cada cuatro muertes son a mano de agentes policiales. Por su parte, las mujeres sufren violencias de género que se agravan por el hecho de ser negras, niñas, adolescentes y jóvenes. Cuatro niñas menores de 13 años son violadas cada hora, es decir, la escalofriante cifra de casi 100 niñas al día.
Asimismo, se registran 180 violencias sexuales por día de adolescentes de 13 a 16 años. Según la CEPAL, en 2018 se contabilizaron 1.206 feminicidios, el 61% de las cuales son mujeres negras tal como indica el Anuario.
En medio de este difícil contexto, el Instituto Brasilero de Análisis Sociales y Económicas junto a Raízes em movimento lideran un proceso de participación ciudadana con un grupo de 13 jóvenes que habitan cotidianamente esta realidad de violencias y exclusión.

Esto lo hacen a través de la metodología propia denominada Indicadores de Ciudadanía –INCID–, desarrollada por Ibase, que tiene como meta que las y los jóvenes puedan generar conciencia en las juventudes sobre las desigualdades de género, la discriminación, las violencias, y a su vez, puedan fortalecer su capacidad de incidencia política.
Desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil en enero de este año, el Complexo encuentra en un contexto de recrudecimiento de violencias. Su ascenso coincidió con el de Wilson Witzel (del mismo partido de Bolsonaro), quien asumió como gobernador del Estado de Río. La principal política de Witzel es ordenar operaciones policiales en las favelas en su supuesta cruzada contra el narcotráfico, que incluye un dispositivo de presencia de policías con armas en las favelas, autos blindados, helicópteros y francotiradores.
Producto de esta serie de operativos, solo en el primer semestre de 2019, en Río fueron asesinadas, en promedio, cinco personas al día. Esto supone el número más alto es los últimos 20 años, tal como lo señala el Foro Brasileño de Seguridad Pública.
Durante la mañana de nuestra visita al proyecto de Juventudes em movimiento, Matías Bianchi, director de Asuntos del Sur; Cora Ruiz Tena, directora del proyecto SISA-Mujeres Activando, y Sofia Castro Mariel, coordinadora de incidencia territorial de Asuntos del Sur, tuvimos una reunión en la sede de Ibase, ubicada en el centro histórico de la ciudad.
En la reunión también se hicieron presentes Rita Correa, directora de Ibase y coordinadora general de la investigación; Renata Codagan, coordinadora proyecto “Juventudes em movimento”; Bianca Arruda, investigadora del equipo de investigación, y Renato Tutsis, de “Raízes em Movimento”.

En este encuentro nos contaron cómo fue el proceso de conformación del grupo de trabajo de jóvenes para construir conjuntamente este sistema de 33 indicadores de ciudadanía. Los indicadores se dividen en tres grandes conjuntos de derechos: colectivos, cívicos y políticos, y los sociales, económicos y culturales.
Asimismo, se ordenan según las siguientes dimensiones: ciudadanía vivida, ciudadanía garantizada, ciudadanía percibida y ciudadanía activa. Por un lado, mediante la Ley de Acceso a la Información Pública se recolectan los datos que hacen parte de la “situación” y por el otro, los mismos jóvenes hicieron entrevistas y cuestionarios a la población del Complexo do Alemão para recolectar los datos de la percepción.
En las horas de la tarde, compartimos con las y los jóvenes que nos contaron sobre el proceso de ser parte activa de esta investigación, las entrevistas que realizaron y de los primeros resultados que han obtenido.
En esa conversación manifestaron que les entusiasmó escuchar las vivencias y experiencias de las personas, que no son trayectorias lineales y que salen de los estigmas que transitan las personas que viven en la favelas. La violencia policial se erige como el principal obstáculo como derecho violado.
En la investigación, la educación básica o el derecho a la salud no fueron identificadas como un derecho violado, la población afavelada normaliza las situaciones de exclusión sistemática del ejercicio de sus derechos. Otro dato curioso, y que rompe con los imaginarios, es que los indicadores dan cuenta que la percepción de las mujeres de inseguridad aumenta fuera de las favelas.
Después de esta presentación, nos hablaron sobre la violencia policial, concretamente de los múltiples casos de hombres jóvenes negros asesinados saliendo de su casa, así como la situación de francotiradores que disparan y matan a toda aquella persona que esté transitando y de cómo las balas atraviesan sus casas.
Las chicas dieron cuenta de todas aquellas mujeres asesinadas por feminicidios. Allí se hizo evidente que Marielle Franco se ha convertido en el icono de lucha por ser una mujer negra, de favela, lesbianay madre soltera. Franco fue una de las concejalas más votadas en Río de Janeiro y luchó contra el narcotráfico, así como contra la militarización como política de Estado. Es por ello que para ellos y ellas, hay muchas más Marielle Franco invisibilizadas y que no pueden quedar en el olvido y sin justicia.
Asimismo, las y los jóvenes nos relataron la situación de precariedad y de ausencia de políticas públicas en las periferias; tienen un teleférico que hace 3 años que no funciona, lo cerraron las autoridades sin ninguna explicación.

Finalmente, después de estas charlas, pudimos pasear por el Morro do Alemão. En este recorrido observamos la presencia de la policía dotada de armas largas, los autos policiales que se pasean con metralletas que asoman por las ventanas, un ambiente que allí es la “normalidad”. Esta situación contrasta con la imagen que tenemos de las favelas, ya que la sensación de inseguridad se acrecienta es por la presencia de la policía.
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